Antecedentes de la Parroquia: la capilla y los primeros sacerdotes (1894-1910)

Por Prof. Margarita Mollar (*) | Especial para Muhli

Cuando el país recordó el centenario de la Revolución de Mayo, en Leones ya habían transcurrido 16 años desde aquel 27 de octubre de 1894 en que Fray Reginaldo Toro, Obispo de Córdoba, presidiera el acto inaugural que dejara solemnemente consagrada a Dios y a Nuestra Señora del Rosario, a la pequeña y modesta capilla que se erigía orgullosa sobre sus dos torres, cortando el horizonte por el norte, justo al final del caserío, sobre el terreno baldío que, una década antes y a tales efectos, hubiera bendecido su antecesor, Fray Mamerto Esquiú, en visita apostólica por esta región.

Tres sacerdotes habían ya pasado por estos lugares, por corto tiempo y con muchas dificultades para ejercer su ministerio. Fueron ellos el presbítero Elmiro Ruiz (1894-1899), párroco de Marcos Juárez quien oficiaba misa de tanto en tanto, sucedido por los presbíteros Domingo Losno (1899-1902) y Mariano Nadal Moré (1902-1910). (1)

Las razones aducidas para pedir sus traslados habían sido muy similares: falta de recursos y colaboración, total apatía de los lugareños y, en ocasiones, fuertes enfrentamientos, a pesar de la insistencia de tener un sacerdote permanente; estructura e infraestructura deficitarias, pues el lugar no ofrecía las mínimas comodidades, ni siquiera una pieza que oficiara de escritorio, como para poder instalarse y establecerse. Consecuentemente, tanto Losno como Nadal Moré construyeron unas dependencias que las frecuentes catástrofes climáticas lograron arrasar.

A pocos años de la inauguración de la capilla (desde 1913, convertida en parroquia), el clima tan particular de este paraje pampeano -que alternaba períodos de extrema sequía con otros de devastadoras tormentas con inundaciones, vendavales o incendios ocasionados por rayos- había dañado tanto el templo que se encontraba en estado deplorable, necesitando urgentes reparaciones múltiples, como las dependencias anexadas.

La queja era constante: “El sacerdote está solo, no cuenta con medios, ni salario; nadie se preocupa ni ocupa”, lo que no se refería solamente a la persona, sino además al templo, y todo aquello que presuponía un buen funcionamiento parroquial, incluyendo muy especialmente las prácticas religiosas y el cumplimiento de los sacramentos.

Debe subrayarse otro factor importante en esta problemática: el escaso número de sacerdotes para cubrir estas vastas regiones pampeanas, razón por la que se dependía de la voluntad de jurisdicciones de provincias vecinas para suplir la carencia.  Como ejemplo de esto citaré, en forma sintética, el contenido de las cartas dirigidas por el presbítero Domingo Losno al Obispo de Córdoba.

Al presentar su dimisión como capellán de la Colonia Leones, este sacerdote expuso como razones la falta de recursos para actuar, el incumplimiento de lo pactado al asumir y la dilemática situación de enfrentamiento con los locales que pareciera no tener solución. Subrayaba cuánto le apenaba dejar abandonada a esta capellanía, “cuya población lo había recibido silbando, y a la que tanta paciencia y esmero le había dedicado para poder aviar”.

En sus cartas, Losno recalcaba que esta colonia se había transformado en un pueblo que crecía aceleradamente, y que, con mayor razón, aún no estaba en condiciones de seguir sin una guía espiritual, por lo que rogaba a su Ilustrísima proveer un reemplazo de inmediato.

Renglón aparte, el sacerdote puso en su conocimiento que, desde el Obispado de Santa Fe y con carácter urgente, lo instaban a retornar a dicha diócesis de pertenencia pues ya había excedido los términos de su licencia, por lo que tenía que radicarse en Rosario y esperar su nueva designación.

Como broche final de la correspondencia se deduce un dato no menor y es que, en realidad, su diócesis de origen estaba en Génova, pues Losno pidió certificación de su conducta y desempeño por estos lugares para ser enviada a su Obispo genovés.

La obra de Nadal Moré

El 20 de octubre de 1902 se hizo cargo de esta capellanía el sacerdote mallorquino Mariano Nadal Moré. Al igual que el presbítero Ruiz, levantó un inventario y dejó constancia del estado en que recibió las instalaciones edilicias, muebles y útiles. Además, dejó asentado por primera vez en libros de esta capellanía las actas de bautismos y defunciones y el balance de los ingresos, entre ellos los del cementerio.

Con la ayuda de los fieles, Nadal Moré construyó unas dependencias para depósito y alojamiento y anexó dos piezas destinadas a un Colegio Parroquial para Varones, inaugurado el 1 de agosto de 1905, que funcionó hasta 1909. Ese mismo año, fundó el Apostolado de la Oración, considerada la Comisión piadosa más antigua de nuestra parroquia junto con la Cofradía de San Roque. En mayo de 1910, inauguró y bendijo la pila bautismal de exquisito mármol rosa, donada por Juan Garrone y Bartolomé Porporato.

En sus notas, este sacerdote también dejó alusión a la indiferencia de los habitantes, agregando otro elemento muy significativo: “los esfuerzos de la masonería para descristianizar”, tema que fue recurrente en los discursos del padre Antonio Mosso, su sucesor.

A esta altura del relato, es menester recalcar que no se puede analizar la vivencia religiosa de un pueblo sin tener en cuenta lo contextual, lo fenomenológico y el hecho de que la inmigración planteó desafíos en el aspecto religioso y cultural.

La Iglesia y la Pirámide levantada en 1910. Colección Margarita Mollar.

La Colonia Leones se fue poblando con inmigrantes, mayoritariamente italianos y católicos, para quienes la religiosidad era un aspecto de su cultura. El inmigrante llegaba con un cúmulo de expectativas y promesas que deseaba cumplir ansiosamente, lo que no siempre se dio. Traía como único bien su bagaje cultural hereditario, es decir un sistema de creencias, costumbres y hábitos, socialmente construidos en un contexto geográfico político e histórico determinado y determinante, que era expresado en una modalidad particular de pautas socio-culturales que organizaban y ordenaban su vida.

Al llegar, los inmigrantes se encontraban con una realidad muy diferente, otro era el contexto geográfico, político y social, otras las pautas culturales, a pesar de las cuales se obstinaban en mantener sus costumbres. Se necesitaba un tiempo para lograr el cambio de habitus. (2)

A fines del siglo XIX y primera década del XX, la mayor parte de la población de la Colonia/Estación Leones estaba radicada en las 14 colonias diseminadas a leguas de la villa. Las extensas distancias, los factores climáticos, los accidentes geográficos, el estado de los caminos, las exigencias de la labor del colono unido a los únicos medios de transporte de los que se disponía en esa época para cubrir esas distancias, dificultaban una fluida comunicación y, aunque los inmigrantes reclamaban templos para sus prácticas y sacerdotes estables que los atendieran, no siempre podían cumplir.

El idioma, principal medio en la comunicación, en tales circunstancias, podía funcionar más como impedimento que como facilitador, ya que los inmigrantes no sólo no hablaban castellano, sino que muchos de ellos tampoco hablaban italiano, sino los múltiples y variados dialectos de sus lugares de procedencia.

Esta circunstancia obligó a la Iglesia católica a replantearse y renovar sus estructuras pastorales, flexibilizándolas, creando nuevas jurisdicciones, modificando curatos y enviando misioneros especiales quienes, en más de una ocasión, daban su homilía en castellano y luego en italiano. Era imprescindible contar con sacerdotes bilingües que comprendieran el momento histórico coyuntural y dieran un paso más allá, tendiente a aglutinar e integrar.

Indudablemente, se generaron choques culturales. Las nuevas prácticas que aportaban los inmigrantes y estos sacerdotes, formados en otras tradiciones culturales, sus celebraciones, la forma de relacionarse con lo divino, lo emblemático y lo simbólico, impactaron en los criollos formados dentro de las conceptualizaciones de la cosmovisión hispánica, quienes se sintieron sobrepasados y avasallados. (3)

Estos enfrentamientos de resistencia presentes en un principio, pues cada cual insistía en preservar sus costumbres y tradiciones, se fueron allanando con los sucesivos procesos de apropiación, lo que permitió la resignificación de las prácticas y una mejor interacción y convivencia.

En tales circunstancias y en ese contexto, el 1 de setiembre de 1910, el párroco del Curato de Marcos Juárez, presbítero Leopoldo Buteler, puso en posesión de esta capellanía al presbítero Antonio Mosso, último capellán y primer párroco de Leones, quien ejerció su sacerdocio hasta el 31 de julio de 1921, usufructuando dos períodos de licencias motivadas por viajes a Roma.

(*) Docente jubilada del nivel secundario y superior, periodista e historiadora. Autora y co-autora de artículos de investigación y de libros sobre la historia de la Parroquia Nuestra Señora del Rosario, biografías de sacerdotes y de historia leonense.

Fuentes, notas y referencias bibliográficas:

(1)

-Ghione de Fauro, Marta; Mollar, Margarita y Moroni de Bastino, Norma (2006). Nuestra Parroquia: estudio socio-antropológico sobre la Parroquia “Nuestra Señora del Rosario” de Leones. Córdoba: Offset Nis de Talleres Gráficos La Moneda.

– Mollar, Margarita y Ghione de Fauro, Marta (2009). Génesis: reconstrucción histórica del proceso de organización institucional de Leones, con retratos culturales. Las primeras intendencias 1916-1930. Córdoba: el autor.

(2) El proceso por el cual lo social se interioriza en los individuos y logra que las estructuras objetivas coincidan con las subjetivas es denominado habitus.

Definido por Pierre Bourdieu como “estructuras estructuradas que actúan como estructurantes” construye la realidad y tiende a establecer un orden gnoseológico. En términos más simples, podemos definirlo como un sistema de hábitos, esquemas básicos de conducta, percepción, pensamiento, acción, relaciones de sentidos construidos desde la infancia, que programan nuestras necesidades, consumos, roles y hasta nuestra pertenencia de clase social.

Si bien tiende a reproducir las condiciones objetivas que lo engendraron, un nuevo contexto o la apertura de posibilidades históricas diferentes permite reorganizar las percepciones y disposiciones subjetivas y producir prácticas transformadoras.

(3) Para mayor información, ver “El fenómeno religioso y la inmigración” en Ghione de Fauro, Marta; Mollar, Margarita y Moroni de Bastino, Norma (2006). Nuestra Parroquia: estudio socio-antropológico sobre la Parroquia “Nuestra Señora del Rosario” de Leones (pp.54-56). Córdoba: Offset Nis de Talleres Gráficos La Moneda.

Fotografía principal: La capilla, en 1894. Colección Claudio De los Santos.

 

 

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