Ángel Mastrócola, el visionario triguero

Por Daniel Castrillo, Silvia Ilari y César Giraudo (*) | Especial para MuHLI

(*) Esta semblanza es un fragmento publicado en Castrillo, Daniel; Ilari, Silvia y Giraudo César (2022). Tintas trigueras: 100 años de historia y pasión. Leones (Córdoba): los autores. 

El hombre instaló el concepto de “Leones, Capital Nacional del Trigo”. Angelito. Hombre sencillo, triguero y visionario. En las comisiones del Club Leones desde el año 1935 (vocal) y máximo referente desde 1957 hasta su trágica desaparición en 1967.

Tuvimos decenas de presidentes y de dirigentes. Cada uno, en su época, contribuyó (a su manera) con la grandeza de nuestro club, pero don Ángel Mastrócola fue el visionario. El motor de una institución que, definitivamente, dejó de ser local para trascender a la esfera nacional e internacional.

“Preparen los salames y los pan dulces”. Y esa petición era señal de que don Ángel partía hacia Buenos Aires o hacia Córdoba, a la Casa Rosada, a la Quinta de Olivos, o a la Casa de Gobierno provincial, a gestionar para nuestra Fiesta del Trigo. Y entonces, las familias Garetto y Magnaterra (que tenían una vinculación afectiva y económica con el Club ya que con su capital oficiaban de garantes de las históricas rifas) preparaban los mejores salames en grasa de las recientes “carneadas” para ofrecer como tributo en homenaje al hombre de campo de la ciudad.

Y no había Presidente, Gobernador o autoridad/funcionario que se resistiera a su carisma y bonhomía. Presidentes de facto y de democracia quedaban subyugados por la dialéctica y generosidad de don Ángel. Era común que los primeros dignatarios llegasen a la ciudad de Leones, a la Fiesta y disfrutaran de la sencillez de la familia de don Ángel, de su casa, de su calidez. Así, figuras de la talla de Pedro Aramburu, Arturo Frondizi, Arturo Illia, Álvaro Alsogaray, José Martínez de Hoz, Rogelio Nores Martínez y tantos otros tenían por nuestra Ciudad y su gente un cariño muy especial fruto de la vinculación con don Ángel.

El presidente Arturo Frondizi camino a la Fiesta del Trigo, en 1960. Gentileza: Wikiwand.

Un sueño hecho parque

Ángel Mastrócola proyectó y realizó el Parque “Fiesta Nacional del Trigo”. De la mano del arquitecto rosarino Alfredo Baro Graf diseñó lo que hoy disfrutamos todos los trigueros y nos llena de orgullo a diario. Pero para don Ángel, ese proyecto, ese desafío, era parte de un sueño innovador que traía para su Club.

Cada día, después del almuerzo, subía a su pickup Chevrolet para recorrer, junto a su familia, todo el espacio del Parque que estaba naciendo. Controlando las labores, viendo crecer los árboles que hoy son sombra y delicia en los veranos más tórridos (en noviembre de 2021 y, en el marco del centenario triguero, se colocó un alcornoque que reemplazó al histórico árbol de esta especie, histórico, plantado en épocas de Mastrócola y que un fenómeno climatológico derribara en la segunda década del siglo XXI). Viendo con orgullo de padre cómo se iban alzando las monumentales obras de la pileta, el palco, los vestuarios, la secretaría y tantos sueños más.

Vistas del Parque en 1960 (izquierda) y 1974. Colección Claudio De los Santos.

Extrovertido, confianzudo, generoso, comunicativo, elocuente, amigo de todo el mundo, innovador, visionario; esos son algunos de los calificativos de don Ángel que fuimos recabando a medida que entrevistamos a gente que compartió aquellos años con él.

Su hija, Susana Mastrócola, nos contó del amor por nuestro club. Ese que le hacía “desaparecer” cada noche post cena de casa para ir a la sede de la entidad triguera a jugar a la “escoba” con Antonio Alegri, “Miclín” Valfré, “Cachito” Angelaccio y Julio Cabestri, amigos, socios fundadores, compañeros de aventuras en los caminos trigueros. A escuchar y aprender. A animarse a dirigir los destinos de este club centenario.

Generoso como pocos, Mastrócola tenía la idea de que, al dar lo mejor, se recibe lo máximo de las personas. Y aquello era lo que pretendía de la gente que, de una manera u otra, participaba en la vida de la institución. Y, por ello, si alguien necesitaba una mano, un viaje, una ayuda, allí estaba “don Ángel” para ofrecer su corazón.

Panadero (su establecimiento estaba muy cerca del Parque; foto), empleado, comerciante, don Ángel realizó todas estas actividades previo a dedicarse a tiempo completo a la dirección del Club Leones. Fue una de las pocas personas que confió en dos jóvenes emprendedores leoneses (Amadeo Nuccetelli y Spagnolo) y ofició de garante en el inicio de Organizaciones IDA, una entidad ligada con el Club y sus históricas rifas. La misma que le abrió las puertas con personas tan influyentes como don Alberto J. Armando, presidente de Boca Juniors, la misma que le permitía ingresar a la Quinta de Olivos en tiempos del presidente Arturo Illia sin protocolo ni condicionamientos.

Don Ángel Mastrócola, el presidente que llevó al Club Leones a los estratos más altos del nivel nacional.
El que organizaba las Fiestas del Trigo con el entusiasmo y la sapiencia de considerarla fundamental para el Club y la Ciudad, ya que permitía el desarrollo comercial y cultural de Leones, prestigiando y posicionando a la localidad en el mapa histórico del país. El que trajo a un arquitecto de carrozas de la Fiesta de la Vendimia (don Puyeu) para que organizara los multitudinarios desfiles por la Avenida del Libertador. El que observaba con orgullo desde el palco de honor (de vereda a vereda y repleto de autoridades y de representantes de nuestro pueblo/ciudad) el desfile de carrozas y alegorías, el paso de cada reina, de cada candidata, de cada sueño en las noches de febrero.

Fiesta Nacional del Trigo en 1963. Colección De los Santos.

El que subía a ese escenario (que muchos años después llevaría su nombre como homenaje) figuras artísticas de envergadura nacional e internacional (para ilustrar la galería de artistas, releer el capítulo “En noches de febrero” de este mismo libro) que compartían la mesa de su casa antes y después de los espectáculos.

Don Ángel, el que confiaba en su familia (su esposa, sus hijos) y colaboradores de “fierro” para el control de la venta de rifas. Nombres como el de Mario Angelacio, María Fernanda Bearzotti, don Piatto, Alejandro Bonfigli aparecen ligados a aquellos trabajos de organización, siempre bajo su supervisión. En los que la premisa era la austeridad y el control estricto para solventar premios de todo tipo: autos, departamentos, viajes e, incluso, un kilo de oro en forma de espigas de trigo. El ahorro, decía don Ángel, era la base de la prosperidad. Y en ello le iba la vida.

Mastrócola fue quien contenía y alentaba la participación de las mujeres en el Club y en la Fiesta. Esas comisiones de damas que tenían en la figura de su esposa y de mujeres como Charito Santacreu y las hermanas Capomassi, la organización de cada detalle de los lunch, de los festejos, de los eventos que el Club Leones emprendía.

El que mantenía su neutralidad política porque “un dirigente de Club no debe hacer diferencias con representantes de diversos espacios ideológicos”. El que luchó, hasta el último instante de su vida, por propugnar la unión de los socios trigueros, para que no hubiera segmentación o grupos antagónicos en su amado club. El que intentó que todos, absolutamente todos los trigueros, se enrolaran bajo una única bandera: la azulgrana.

Ángel Mastrócola tenía 51 años cuando, en 1967, la ciudad de Leones se despertó con la noticia de su trágica desaparición. Un accidente automovilístico se llevó su vida, la de parte de su familia, la de integrantes de la comisión y la de un jovencito que los acompañaba en ese fatídico viaje de regreso de la ciudad de Córdoba.

Hasta ese mismo día había estado gestionando para su amado Club. Solicitando autorizaciones, interiorizando sobre organización a quienes lo acompañaban, entusiasmado por el futuro de un club al que le dio su vida.
Nuestro querido Club fue y es dirigido por grandes hombres y mujeres que contribuyeron a su expansión y reconocimiento. Cada uno de ellos aportó ese granito de esfuerzo y sacrificio para posicionarlo en el sitio que hoy ocupa, pero es indudable que la figura de don Ángel fue la que nos catapultó al futuro.

Su capacidad, su entrega, su visión, su hidalguía fueron los cimientos de un sueño que en 2022 cumplió 100 años. Se merece el recuerdo, eterno, de todos los trigueros que aman a este Club.

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