Las primeras leonenses: entre el hogar y la iglesia

Por Cristian Walter Celis (*) | Fotografía: Archivo familia Hernández.

Hacia fines del siglo XIX, un pequeño grupo de mujeres tuvo una participación especial en la conformación de la nueva villa llamada Leones, algo inédito para la época. Algunas provenían de familias criollas y otras acababan de llegar de Europa. Tiempo después, durante las primeras décadas del siglo XX, otras también se fueron sumando a la vida social muy lentamente. En la mayoría de los casos, lo hicieron dentro del ámbito religioso y llevando adelante tareas de carácter doméstico.

Según el segundo censo realizado en el país el 10 de mayo de 1895, en Leones habitaban 3.085 personas, de las cuales 1.025 residían en la zona urbana y 830 en la zona rural. Los resultados del censo no detallan la composición de la población de Leones sino del Departamento Marcos Juárez en general, donde se destaca una gran presencia de italianos e italianas entre 15.878 habitantes. De ese total, 3.826 eran mujeres argentinas y 2.670 extranjeras. (1)

Muchas de ellas vivían en Leones. Una de las primeras que aparece mencionada en los documentos históricos es Cipriana Taborda de Hernández, esposa de Santiago y madre de Diógenes Hernández, primera autoridad local. Oriunda de Fraile Muerto, ya viuda, su hijo la convenció de instalarse en Leones junto a otros parientes a inicios de la década de 1870. La familia se estableció en una de las primeras casas del pueblo, cerca de la estación de trenes y frente a la Posta Los Leones.

Emma Isabel Hernández de Ayala –bisnieta de Cipriana- asegura que la primera casa y capilla de esa familia se encontraba en la histórica esquina de las actuales calles Colón y General Paz, donde con los años funcionó el ex hotel Roma. Allí, hacia 1884 Diógenes Hernández y su madre Cipriana Taborda gestionaron la primera casa de ramos generales y saladeros del poblado. (2)

Casa y capilla de Cipriana Taborda de Hernández (izquierda). Archivo familia Hernández.

Otra de las mujeres vinculadas con esta familia fue Ana Estaurofila González Pesoa, una distinguida joven oriunda de Fraile Muerto quien a principios de 1879 se casó con Diógenes Hernández. Del matrimonio nacieron cinco hijos: Diógenes, Santiago, Clementina, Clodomiro y Horacio, los tres últimos nacidos en Leones ya que la pareja se radicó primero en Tortugas, donde Diógenes se desempeñó como administrador de esa importante colonia (3)

En el testimonio brindado a la prensa, Emma Isabel Hernández de Ayala asegura que, una vez radicada en Leones, su abuela Ana Estaurofila vivió frente a la Posta Los Leones, en las propiedades que la familia Hernández tenía en el pueblo desde los albores de la década de 1870. Durante su visita a Leones en 1882, el obispo Fray Mamerto Esquiú le dedicó de puño y letra un libro de la Santísima Virgen María a Estaurofila, solo que en la dedicatoria aparece mencionada como “Eduvijes de Hernández”. Esquiú y sus acompañantes se alojaron en la vivienda de esa familia durante su estadía en Leones. (4)

Ana Estaurofila, esposa de Diógenes Hernández. 

Elmira Rodríguez de Echenique es otra de las mujeres que aparecen en los orígenes de la historia leonense. Casada con Pedro Echenique, hacia 1891 donó la mitad del terreno donde el 27 de octubre de 1894 se inauguró la capilla de Nuestra Señora del Rosario, la actual parroquia de Leones (5).

Según la investigación de las historiadoras Margarita Mollar, Marta Ghione de Fauro y Norma Moroni de Bastino, para hacerlo debió pedirle autorización a su marido. La otra mitad del terreno fue donada por Juan Canale, totalizando así 110 metros de frente y 119 de fondo.

Capilla de Leones a fines del siglo XIX. Archivo Margarita Mollar. 

Todas estas mujeres estuvieron muy vinculadas con las primeras manifestaciones religiosas de la localidad, entre ellas la adquisición de la imagen de bulto de Nuestra Señora del Rosario, traída de España. La figura era idéntica a la que actualmente se encuentra en la Catedral de Rosario y, según los testimonios orales de mujeres de la familia Hernández, medía 50 centímetros de alto y tenía cabellos oscuros naturales, ojos color miel y una corona dorada. La imagen se encontraba dentro de una burbuja de vidrio. (6)

En cuanto al vestuario de la Virgen fue una tarea emprendida por estas leonenses que, en su mayoría, eran esposas de importantes terratenientes, muchas ellas provenientes de Italia. A partir de testimonios orales, las autoras de Nuestra parroquia aseguran que la confección del vestido de color rosa claro junto al manto celeste con bordes dorados y la mantilla de encaje estuvo a cargo de Cipriana Taborda de Hernández y su nuera, Ana Estaurofila González Pesoa de Hernández; Leticia Minetti de Benvenuto; Magdalena Poquetino de Canale y Clotilde Martina de Igoillo, entre otras. (7)

Cipriana Taborda de Hernández.

Hacia 1915, esta imagen original fue reemplazada por la escultura actual traída por el párroco Antonio Mosso durante un viaje por Europa y, lamentablemente, en la actualidad se desconoce su paradero.

Es muy probable que varias de estas mujeres hayan sido quienes iniciaron el culto a la Virgen del Rosario en Leones ante el temor de la llegada de un malón al poblado, lo cual aparece documentado en una nota enviada por el Jefe Político del Departamento Unión al ministro de Gobierno, Jerónimo del Barco, en diciembre de 1871. (7)

Una versión narrada por integrantes de la familia Hernández, cuenta  que ante el aviso de la amenaza indígena los varones del pueblo se prepararon para resistir el ataque mientras que las mujeres comenzaron a rezar el rosario prometiéndole a Nuestra Señora del Rosario que, si les protegía, harían un templo en su nombre. (8) Y así fue, el malón se desvió hacia Litín y un año después de la inauguración de la capilla, el 8 de diciembre de 1895 se bendijo el templo y se entronizó en el altar mayor a la Virgen del Rosario con el vestuario confeccionado por estas primeras leonenses.

Unidas por la oración

Con la llegada del siglo XX, la situación de las leonenses no cambió demasiado y sus principales actividades siguieron ligadas a lo doméstico y, fuera de la casa, a lo religioso. “En general, las mujeres no tenían participación social en ese tiempo, su mundo era el hogar. El ámbito religioso fue uno de los primeros en los que comenzaron a agruparse. En ese sentido, el primer culto que tiene oradoras en Leones aparece en 1909 con el Apostolado de la Oración. En él algunas mujeres comienzan a participar tímidamente. Su presidenta era Andresa Iparraguire y su secretaria, Rosa Ré. También estaban María Serassio de Ferrero y Paulina Ribero de García Núñez”, cuenta la historiadora Margarita Mollar.

Ellas fueron las primeras en iniciar una cofradía o apostolado de carácter femenino, que sigue en la actualidad. Además de orar, sus tareas estaban ligadas con lo doméstico. “Se ocupaban de arreglar altares, buscar flores, limpiar tapetes o cobertores de altares y almidonarlos o bordarlos. Tener todo inmaculado”, describe la autora de varios libros sobre la vida religiosa en Leones, entre ellos Nuestra parroquia.

Según Margarita Mollar, recién desde mediados de la década de 1920 y con la aparición de la Unión Popular Católica Argentina y, posteriormente, de la Acción Católica Argentina las leonenses comenzaron a tener una intervención más activa en temáticas sociales fuera de sus casas pero, por lo general, siempre dentro de lo religioso –como catequistas, por ejemplo- y acompañadas del marido o de algún varón.

“Tanto a fines del siglo XIX como en los inicios del XX, según testimonios orales, la mayoría de las mujeres salían de sus casas para acontecimientos como ir a misa, cuando el sacerdote de Marcos Juárez venía a la capilla de Leones –describe Margarita Mollar- Cuentan que llegaban en sulky, volanta o break junto a sus familias desde las colonias agrícolas ubicadas entre cinco y hasta 10 leguas. Venían cubiertas con guardapolvos o delantales para protegerse del polvo de los caminos de tierra y, recién cuando estaban llegando al pueblo, acondicionaban su atuendo para entrar a la iglesia”.

(*) Licenciado en Comunicación Social e investigador del equipo “Usos del pasado en la Argentina contemporánea” (CIFFyH, UNC). Miembro fundador del Museo Histórico Leonense Itinerante (MuHLI).

Imagen principal: Ana Estaurofila, esposa de Diógenes Hernández. Archivo familia Hernández.

Notas, fuentes y referencias bibliográficas:

(1) República Argentina, 1898, “Segundo censo de la República Argentina. 10 de mayo de 1895”, tomo II, Población. Buenos Aires, Taller tipográfico de la Penitenciaría Nacional. Según este documento, no hay registros de la cantidad de habitantes de Leones en el primer censo realizado en 1869.

(2) Núñez, Marta (1980). Leones, en el pasado y presente. Córdoba, Argentina: Offset Nis.

(3) Ibíd.

(4) Ver José María Delfino Carpené [josemaria.delfinocarpene]. (13 de junio de 2021). Aquí les muestro de letra propia de Mons. Fray Mamerto Esquiú la dedicatoria que hiciera de un libro de la Santísima Virgen María a doña Eduvigis de Hernández… [Posteo con imagen]. Facebook. https://www.facebook.com/photo?fbid=10225946003938345&set=a.2060357710190&locale=es_LA

(5) Ghione de Fauro, Marta; Mollar, Margarita y Moroni de Bastino, Norma (2006). Nuestra Parroquia: estudio socio-antropológico sobre la Parroquia “Nuestra Señora del Rosario” de Leones. Córdoba: Offset Nis de Talleres Gráficos La Moneda.

(6) Ibíd.

(7) Ibíd.

(8) Archivo Histórico de la provincia de Córdoba. Gobierno, 1871, tomo 6, fojas 182 a 186.

(9) Ghione de Fauro, Marta; Mollar, Margarita y Moroni de Bastino, Norma (2006). Op. cit.

Agradecimientos: Margarita Mollar. Archivo Histórico de la provincia de Córdoba. Nora y Celia Hernández. Judith Rodríguez. Paola Simonini.

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