Pierina Spiluttini, la huella de una modista furlana en Leones

Por Margarita Mollar (*) | Especial para MuHLI 

Corría el año l933, más precisamente un 1 de enero, cuando, en la Estación Leones del Ferrocarril Central Argentino, bajaba del tren de la mano de sus padres, una niña italiana de cinco años y medio llamada Pierina, para radicarse en esta localidad donde crecería, se desarrollaría, evolucionaría y permanecería firme, vital y pro-activa durante más de 90 años.

Pierina Vittorina Spiluttini -más popularmente conocida como Pierina Mollar, por su apellido de casada- fue la primera hija del matrimonio de Silvio Juan y Antonina María Paschini. Nació el 21 de agosto de 1927 en Chiacis, Comuna de Verzegnis (Údine, Italia). Sus primeros años transcurrieron en el hogar de la familia paterna, ubicado en esa región fronteriza del noreste italiano denominado Friul-Venecia Julia (en italiano, Friuli-Venezia Giulia), en plenos Alpes cárnicos. Declarada Patrimonio de la Humanidad, esta zona está traspasada por colinas que rodean, cercan y esconden bosques, ríos, cascadas, cañones, lagos de exultante esplendor y excelentes pistas de esquí.

La década del ‘20 nos presenta una Italia destruida y devastada por años de enfrentamientos bélicos. La Primera Guerra Mundial y la gripe española habían reducido a los sobrevivientes a la extrema miseria. El Estado, empobrecido y sin recursos, poco podía ofrecerles. El contexto sociopolítico era propicio para que germinara una nueva semilla de discordia, la que había comenzado a enfrentar y dividir a los italianos entre sí: el fascismo, movimiento que haciendo uso y manipulación del descontento y la vulnerabilidad del pueblo, no tardaría en envolver y asediar a la nación.

Su fundador, Benito Mussolini, el mismo que hubiera liderado fuerzas paramilitares y arengado a los “Camisas negras”, había sido nombrado Presidente del Consejo de Ministros Reales de Italia desde 1922, uniéndose a los países líderes, entre otros temas, en el proyecto de industrialización nacional.

Sin recursos y padeciendo el abandono total del Estado -especialmente en aquellas regiones que como el Friul habían sido frente y campo de batalla- más la proximidad de nuevos conflictos bélicos presagiados en el convulsionado escenario europeo de principios del siglo XX, fueron las razones que impulsaran a Silvio a partir para la América, junto con otros paisanos, sumándose a ese interminable grupo de corregionales que, años antes, hubieran iniciado la diáspora friulana, para aventurarse por el mundo, tentados e ilusionados por el relato de encontrar en esas tierras prometidas paz, pan y trabajo, es decir, un futuro mejor.

Pierina y su madre.

Silvio había partido dejando a su esposa embaraza con la promesa de asentarse y enviar los pasajes; promesa que tardó seis años en verse cumplida. Un 15 de diciembre de 1932, Pierina y su madre se embarcaron en Génova rumbo a la Argentina a bordo del Julio Cesar. Acá conocería a su padre, quien las esperaba en Leones con una vivienda digna, aunque todavía pequeña, enfrentando las vías férreas, en el camino a la Bicoca.

La niña cursó los primeros años de escolaridad -hasta cuarto grado- con una maestra particular, concluyendo el ciclo primario en la entonces llamada Escuela Fiscal, hoy Joaquín V. González. A esta altura de los acontecimientos, no sólo la familia se había agrandado con el nacimiento de sus dos hermanos argentinos -Franco Juan y Alberto Rodolfo- sino que también la vivienda se había transformado en una finca muy al estilo italiano, con un amplio terreno donde se cultivaba y producía todo lo necesario para el consumo familiar y lo que sobraba, se intercambiaba por trueque.

Pierina a los cinco años.

Su infancia y juventud fueron muy exigidas. Frecuentemente, hablaba de ese período como particularmente duro y difícil de transitar, pues desde muy pequeña debió asumir tareas y responsabilidades propias de adultos. Además, tuvo que aprender a expresarse, adaptarse e insertarse en una cultura diferente, lo cual no fue tarea fácil cuando en el hogar se insistía en seguir practicando las costumbres y el dialecto de origen.

Altura costura y sastrería

Finalizada la primaria, sus padres decidieron que Pierina debía ser modista, por lo que la inscribieron en el Taller Municipal de Corte y Confección, a cargo de Nela Federici. El taller estaba adscripto a la Academia Iris, de Buenos Aires. En 1944, al cabo de tres años de cursado y de haber aprobado el examen teórico-práctico-, la joven friulana recibió el diploma de Profesora del Sistema Barbieri, otorgado por ambas instituciones.

Con estos conocimientos de base, su madre la envió a la Capital Federal para que trabajara durante unos meses en calidad de aprendiz con una familiar, también inmigrante friulana, quien la introdujo en todos los finos detalles y secretos de la alta costura y la sastrería. Al regresar, con apenas 15 años, publicitó sus servicios en Leones como modista, oficio que desempeñó con exclusividad hasta 1959.

Con sus hermanos y padres.

En su interior, la joven soñaba; pero esos deseos eran imposibles para el nivel socioeconómico donde se le permitía moverse. Observadora minuciosa, Pierina buscó intuitivamente formas de seguir aprendiendo y especializándose, a pesar de la falta de medios, posibilidades o comodidades. La mayoría de las veces se quedaría cosiendo, tejiendo o bordando alumbrándose solo con la luz de un candelabro o con una lamparita de muy poco voltaje.

Su única salida era asistir los domingos al oficio religioso. Solía confesar que, lejos de concentrarse en la misa, se la pasaba observando a las damas a su alrededor, sus hermosos sombreros, los colores de moda, los estampados, las confecciones repetidas que tanto le fastidiaban porque parecían uniformadas y aquellos atuendos especiales que retendría en su mente, sin perderse un solo detalle porque al retornar a su casa intentaba copiarlos.

En 1948, contrajo matrimonio con Hilario Mollar, por entonces, empleado de comercio. Su oficio no sólo ayudó a sostener la economía familiar sino que, en determinados momentos, fue el motor que generó los ingresos para enfrentar la construcción de la vivienda propia, pues ya gozaba de cierto prestigio y contaba con un número considerable de distinguida clientela.

Boda de Pierina e Hilario.

Desde muy temprano, la confección de sastrería, las polleras campana-a-plato, el plisado-solei, los bieses, festones y alforcitas, los recortes y el patch-work, eran ya su especialidad, pero descollaba con los fastuosos trajes de novia. Criada en época de rígida disciplina y autoritarismo, Pierina sólo se animaba a transgredir en sus creaciones. Recuerdo un traje de novia y un vestido de comunión, a mitad de los años `50, que le valieron la observación de Efraín Quinteros, sacerdote muy estricto y severo, por no atenerse a las consignas de la época.

Uno de sus trajes de novia, años ´50.

Entre costuras, la enseñanza del italiano e hijos

La década del ‘50, en cuyo transcurso devinieron grandes cambios, marcó un hito importante en la vida de nuestra madre, tras el nacimiento de sus tres hijos: quien suscribe, Margarita, la mayor; más adelante, María de los Ángeles e Hilario Amadeo.

La iniciativa de su esposo de instalarse por cuenta propia, prospera y se desarrolla,  a tal punto que Pierina se vio comprometida a formar parte y arte de este emprendimiento familiar: la apertura de Casa Mollar, cafetería, confitería y despensa; firma que en poco tiempo anexó otros rubros: el tostadero de café Hilario Mollar  y una granja avícola, para la cría, faena y venta de aves de corral, todo lo cual presupuso un cambio de domicilio, obligándola  a abrir un largo paréntesis en su profesión. Así, la costura, el diseño y la creación se redujeron a un círculo íntimo, casi exclusivamente doméstico y familiar.

Mientras tanto, ella siguió buscando formas de evolución y especialización en todo aquello que fuera innovador para potenciar el negocio, tomando cursos de diversa índole, ya sea en arreglos florales -con cintas, papel de seda o Ikebanas, de moda en esa época-, perfeccionándose en pastelería y su decoración. No obstante, siempre encontró tiempo y espacio para lo suyo, como el batik, la pintura en diferentes texturas, el tejido a máquina, etc.

En 1961, junto a un importante grupo de señoras leonenses, tomó un curso dictado en los altos del Hotel Ideal por una profesora del Instituto Superior de Enseñanza de Corte y Confección Flego, de alta costura en la moda italiana, que la habilitó como profesora en este sistema.

Los años ´70 la encontraron intentando volver a su oficio, equipándose con la maquinaria industrial más moderna y novedosa en el mercado, sin descuidar su actividad comercial, bastante aletargada por la competencia que suponían los supermercados de autoservicio, de reciente aparición en el medio.

Pierina en una charla sobre inmigración.

Simultáneamente, concurrió al Instituto Dante Alighieri de Leones en busca de una certificación que le permitiera dictar clases de ese idioma, lo que reforzó tomando cursos de capacitación en Lengua y Metodología de la Enseñanza del Idioma Italiano,organizados por el Consulado y la Dante Alighieri en Córdoba y Buenos Aires. Luego, se unió al personal de dicha institución como profesora en localidades vecinas, especialmente en el Anexo inaugurado en Noetinger.

Al cerrarse el emprendimiento comercial familiar, en 1985, la costura y la enseñanza del italiano fueron las dos actividades que la sustentaron y la mantuvieron ocupada durante más de un decenio.

Los ´90, una década de grandes logros

Si bien cada década se le presentó a Pierina como un punto de inflexión que modificó su trayectoria vital, los `90 le obsequiaron momentos-bisagra, premiándola con grandes logros y realizaciones. Sacrificio, decisión y esfuerzo se sumaron para ver cristalizado su más preciado sueño reprimido en juventud: cursar la carrera de Alta Costura y Diseño de Moda. Finalmente, Pierina cursó en el instituto privado dirigido por el diseñador Aldo Belén, en la ciudad de Córdoba, graduándose en 1995 como diseñadora y modelista. A este trayecto, sumó la carrera para Creadores de la Moda en la especialidad de Moldería Industrial, dictada por la Cámara Industrial de la Indumentaria Rosarina y el Centro Experimental de la Moda de dicha ciudad, cuya certificación fue expedida en 1998. Al mismo tiempo, se desempeñó en esa institución como profesora de Corte y Confección, contratada en forma particular por aquellos participantes sin conocimientos básicos.

En 1995 y 1997 participó de la Primera y Segunda Bienal de Diseño Córdoba Arte Moda, obteniendo premios y menciones por sus trabajos. Lo mismo ocurrió en sendas Bienales de Moda organizadas por C.I.D.I.R. y el Centro Experimental de la Moda de Rosario, en 1997 y 1998.

Junto a sus creaciones.

Además, estuvo con su producción de diseños de indumentaria, moldería y pintura en tela en instituciones del medio, tales como la Comisión Municipal de Cultura, el Centro de Jubilados y la Sociedad Italiana de Leones.

En los años siguientes cumplió otra de sus asignaturas pendientes: la certificación de estudios secundarios-Bachillerato en la modalidad de Bienes y Servicios que, en 2003, a los 76 años, le fue otorgada por el Centro de Adultos.

Durante el nuevo milenio, Pierina puso toda su energía en reorganizar y ampliar el alcance de su propio Taller de Costura y Diseño, al que bautizó “Piery Modas”, en honor al apodo que la popularizara socialmente. A su vez, se dedicó a dictar cursos de costura, diseño y moldería, tarea que, junto a la pintura, el tejido y diferentes formas de expresión artística, desarrolló hasta sus últimos días.

Experta en telas y texturas, también se dedicó a intercalarlas e intervenirlas. Incluso, las imitó a la perfección; el corte de una prenda, su caída y confección eran perfectos; la prolijidad rigurosa y el diseño, personalizado y adaptado al cuerpo de la clienta, sin faltar esos cortes, recortes u adornos estratégicamente ubicados (artilugios capaces de desviar las miradas para disimular algún exceso, defecto o faltante y ¡hasta guardar algún secreto!) Obsesionada por la prolijidad, combinaba la artesanía con la creación, considerando que cada prenda era una única obra de arte.

En 1990, Pierina celebró con alumnas/os
sus 75 años con la costura.

Si bien con la explosión de la postmodernidad Pierina podría considerarse de avanzada, en sus años jóvenes, el uso de su paleta de colores y sus combinaciones debieron haber impactado como disruptivas, dada la aplicación de contrastes complementarios que generaban isovalencias cromáticas poco comunes en ese momento.

“Una apasionada de la costura, generosa para brindar conocimientos pues no se guardaba información (…) Luchadora por sus derechos como no conocí a otra”,comentó Gabriela Oliveto, una de sus alumnas, con quien Pierina compartió no sólo el amor por la costura sino también un mutuo afecto. Afecto y generosidad que Gabriela retribuyó, al citarla en un reportaje que le hicieron en Milán, en junio de 2023, con motivo de la exposición de sus diseños en un teatro de esa ciudad italiana. En la nota, la reconoció como “muy buena costurera, gran experta y eminencia en alta costura y diseño de moda”. (1) Según la diseñadora leonense, Pierina le brindó los finos detalles y secretos de la alta moda que completaron su formación.

Entre el Friul y Leones: el legado de una matriarca

Directa, autodeterminada, decidida, resoluta y autosuficiente. Aguerrida, de carácter fuerte y en ocasiones bravío, Pierina no tenía tapujos en poner en su lugar a quien fuere, sin importarle su rango. Muy independiente, aunque omnipresente, cocinera gourmet en gustos, sabores y producción.

Cinéfila, también disfrutaba de un buen libro, se nutría de buenas lecturas y solía quedarse leyendo hasta altas horas de la madrugada. Memoriosa, parecía ir ganando lucidez con los años, a la par de una particular flexibilización de su mirada y sus concepciones, para adaptarse a lo moderno, que iba más allá de sus diseños.

Era sociable, conversadora fluida y anecdótica. Podía tocar cualquier tema, de actualidad o del pasado, y se perdía en largos monólogos. Era una trabajadora incansable, esforzada, perseverante, muy minuciosa y detallista; exigente consigo misma hasta la obsesión.

Pierina -a quien no le faltaron desdichas, sinsabores, infortunios, desengaños y adversidades en su larga existencia- fue, sobre todo, una resiliente de la vida que supo saltar por sobre sus circunstancias, tomar cada crisis con calma y fortaleza y poner toda su energía para transformarla en una oportunidad de cambio, crecimiento personal y superación.

Pierina a los 90 años.

¿Cuánto de sus orígenes italianos había en esa personalidad tan decidida? ¿En qué aspectos su condición de inmigrante influyó en la conformación de ese perfil tan aguerrido y tenaz? En una editorial de la revista Friuli nel mondo, Mauro Bordin, presidente del Concejo Regional del Friuli Venezia Giulia, habla de la “friulanidad”, a la que le asigna un distintivo particular: la pertenencia a una comunidad que se lleva e inscribe con orgullo por los lugares en que un friulán se inserta. Según Bordin, ese distintivo es una construcción histórica de una forma de ser, de valores y principios, hecha de dedicación, constancia, tenacidad y perseverancia, todo lo cual se hará con corrección y seriedad, lo que hará reconocido y apreciado al friulán en ese medio. (2)

Indudablemente, a Pierina -inmersa en dicha cultura de origen por crianza- le corresponden las generalidades descriptas en el párrafo anterior. A pesar de haber vivido unos pocos años de su infancia en el Friul y de haber regresado solamente en dos oportunidades, la he escuchado repetir hasta el cansancio:

No me he olvidado de mi patria natal, pero amo a mi bendita Argentina y la siento mía, pues me dio todo cuanto soy; un techo, salud, trabajo y el pan cotidiano que jamás me faltó; no habré amasado una fortuna; no, nosotros no nos enriquecimos; más la verdadera riqueza es mi familia: mis hijos, mis ocho nietos y esos cuatro “bellos pimpollitos” (sus cuatro bisnietas). Fue una bendición de Dios que me permitiera conocer a mi tercera generación.

Con Hilario, nietas y nietos.

Genia y figura hasta su sepultura, nuestra madre Pierina, la matriarca, falleció el 19 de febrero de 2022, víctima de Covid-19.  Su nieta mayor, María Celeste Chiara, la despidió con estas palabras, compartidas por todos nosotros:

Porque fuiste la matriarca de esta familia de mujeres de raza fuerte,

porque tu sangre corre por nuestras venas,

porque fuiste faro y punto de encuentro,

porque nos enseñaste que se lucha a muerte o se muere luchando,

porque nos dejaste por herencia tu temible valentía,

porque tu fuerza está en cada uno de nosotros,

por esas y mil cosas más, te honro y honraré por siempre, hasta la eternidad.

Tras su muerte, algunas de sus piezas de colección, miniaturas de diseños prototípicos, corsetería, tocados y sombreros, moldería y bocetos fueron exhibidas en el Centro Cultural Municipal de Leones a través de una muestra temporal organizada por Celeste Chiara, bajo el título “In memorian: piezas de producción pertenecientes a la colección  de la diseñadora-modelista Pierina Spiluttini presentadas en calidad de invitada especial en las Exposiciones de Rosario y en la Bienal de Arte y Moda Córdoba 1997 y 1998”.

Exposición en Centro Cultural.

En esa oportunidad, se expusieron las siguientes obras confeccionadas por Pierina: Cinderella (segundo premio en el rubro Novias, Córdoba 1997), Arlequín (presentado en las Bienales de Rosario), Crepúsculo (presentado en las Bienales de Rosario), Friul (en honor a su región natal) y Vitraux (mención especial Córdoba 1997).

(*) Hija de Pierina Spiluttini. Docente jubilada del nivel secundario y superior, periodista e historiadora. 

Notas, fuentes y referencias bibliográficas:

(1) Mori, Susana (2023, 14 de junio). “Entrevista a Gabriela Oliveto. Tinker tutu: tutús que cuentan historias”. Dance hall news. [En línea] https://www.dancehallnews.it/intervista-a-gabriela-oliveto-tinker-tutu-i-tutu-che-raccontano-le-storie/ [Consulta: 3 de octubre de 2023]

(2) Bordin, Mauro (julio-agosto 2023). “Custodios de un legado”, revista bimestral Friuli nel mondo, año 71, Nro. 750. Ente Friuli nel Mondo: Údine, Italia.

Fotografías: colección Margarita Mollar. Producción y digitalización de imágenes: Paola Simonini (MuHLI).

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