El templo de la Parroquia de Leones

Inaugurado en 1894 sobre calle Rivadavia al 1086, posee una planta rectangular de 20 metros de ancho y 40 metros de largo, distribuida en una nave central con bóveda, dos naves laterales con bóvedas de arista, capillas y sacristía de cubierta plana.

Desde entonces, se destaca en el paisaje de Leones por sus dos torres con cupulines y su estilo clasista, con reminiscencias renacentistas. La estructura fue modificada en 1918/19, 1923, 1939, 1951 y a fines del siglo XX, cuando debió ser reforzada para evitar su derrumbe debido al ascenso de napas. En los ´80 fue pintado de blanco y desde fines de los ´90 conserva sus tonos actuales. (1)

Los inicios

En 1891, un grupo de vecinos conformaron una comisión para construir el templo, presidida por Diógenes Hernández. Le acompañaron Domingo Benvenuto, vicepresidente, y Pedro Echenique, secretario. Tiempo después, Hernández renunció y quedó a cargo Benvenuto.

El templo comenzó como una modesta capilla. Diógenes Hernández donó 200 pesos fuertes y ladrillos. Juan Canale y Elmira Rodríguez de Echenique cedieron el terreno en partes iguales: 110 metros de frente y 119 de fondo, sobre la actual calle Rivadavia.

Las obras empezaron en 1894 bajo la dirección de Antonio Rosso. Benvenuto y Canale costearon la edificación en partes iguales: 24 mil pesos de moneda nacional en total. 

La capilla

El 27 de octubre de 1894, el obispo Fray Reginaldo Toro colocó la piedra fundamental e inauguró el templo. Ese día ocurrió el mayor temblor de la historia del país: magnitud 8 e intensidad 9. Cuentan que los invitados salieron despavoridos a la calle, mientras el piso temblaba, el techo crujía y las paredes oscilaban. Pero el edificio resistió.

La sencilla capilla se distinguía por sus dos torres con cupulines. De estilo clasista y reminiscencias renacentistas tenía una sola nave, altar mayor, púlpito y dos campanas. El frente destacaba por su simetría, con un frontis triangular, balcón y un atrio con cuatro columnas dóricas.

La Virgen del Rosario, patrona de la feligresía leonense

En 1871, ante la amenaza de un malón, las y los vecinos invocaron a la Virgen del Rosario, prometiéndole que la convertirían en su patrona si intercedía y los protegía. El malón se desvío hacia Litín y la promesa quedó en pie. Tras la inauguración del templo en 1894, el 8 de diciembre de 1895 se entronizó la Virgen del Rosario y se bendijo la capilla.

La primera imagen de bulto de la Virgen llegó desde España. Era idéntica a la que hoy se encuentra en Rosario. Medía unos 50 centímetros de alto. Tenía cabellos oscuros naturales, ojos color miel y una corona dorada, según mujeres de la familia Hernández.


Virgen del Rosario, Catedral de Rosario. Foto: La Capital.

La imagen estaba dentro de una burbuja de vidrio rectangular. El vestido color rosa claro, acompañado por un manto celeste con bordes dorados y una mantilla de encaje, estuvo a cargo de mujeres distinguidas del pueblo: Cipriana Taborda de Hernández, Estaurófila Ana González Pesoa de Hernández, Leticia Minetti de Benvenuto, Magdalena Poquetino de Canale y Clotilde Martina de Igoillo, entre otras. Con los años, la imagen original fue reemplazada y se desconoce su paradero.

En 1915, se colocó la imagen de la Virgen del Rosario actual, la cual habría sido adquirida por el párroco Mosso durante un viaje a Europa, junto a la escultura de San José.

De capilla a parroquia

Entre fines del siglo XIX y principios del XX, varios sacerdotes de Marcos Juárez se hicieron cargo de la capellanía. Entre ellos, Domingo Losno, quien llegó en 1899.

El 3 de junio de 1913, la capilla se convirtió en la Parroquia Nuestra Señora del Rosario. Antonio Mosso fue el primer párroco.

Antonio Mosso, primer párroco de Leones.

Patrimonio religioso centenario

En 1910, las familias de Juan Garrone y Bartolomé Porporato donaron la pila bautismal de mármol. Cinco años después, se colocó la imagen de la Virgen del Rosario actual, la cual habría sido adquirida por el párroco Mosso durante un viaje a Europa, junto a la escultura de San José.

En esos años, ya existía un valioso arte religioso con imágenes de San Pedro, Santa Rosa de Lima, Virgen del Carmen, Santa Ana, San Antonio, San Roque, la Virgen de la Guardia –con un impactante altar de mármol- y Nuestra Señora de las Nieves. A su vez, había otra escultura de la Virgen del Rosario que durante un tiempo estuvo junto al Arco del Libertador y actualmente es utilizada para procesiones, tras hacerse una réplica en yeso para colocar en el ingreso a la ciudad.

Pila bautismal de mármol (1910) y retablo con imágenes centenarias. 

En 1923, llegaron más imágenes desde Europa, en este caso adquiridas por una comisión de damas integrada por María de Ferrero, Dominga de Rosso, Carmen de Padrós García, Mariana de Rattero y Virginia de Pirra. 

El magnífico púlpito quedó inaugurado en octubre de 1933, mientras que las figuras del Vía Crucis fueron colocadas en 1936. Desde 1943, el primer púlpito se encuentra en la capilla del barrio La Fortuna.

A fines del siglo XX, durante los cambios emprendidos en los `90, se restauraron algunas imágenes. Clelia de Novarese confeccionó un nuevo manto para la Virgen y se trajo mantelería del Vaticano para el altar mayor, en el marco del centenario del templo.

Estas esculturas, altares y retablos en estilos gótico e hispano-colonial constituyen un valioso patrimonio religioso para Leones.

El púlpito nuevo fue colocado en 1933. Colección Margarita Mollar. 

Modificaciones en la primera mitad del siglo XX

A lo largo de su historia, el templo recibió varias modificaciones. Entre 1918 y 1919 se construyeron las naves laterales, se realizó el revoque externo y se colocó la campana grande.

El atrio y la fachada cambiaron en 1923: las columnas dóricas del frente se separaron, ubicándose en pares en ambos laterales. A su vez, se agregaron el escudo papal en el balcón y los zócalos de granito rojo.

La fachada antes de 1923, con las cuatro columnas separadas.

Las columnas se agruparon en los laterales, tras los cambios de 1923.

Estos cambios importantes fueron complementados en 1939, cuando se elevaron ambas torres construyéndose dos cuerpos más sobre los campanarios para agregar el reloj público en la torre de la izquierda.

Las transformaciones siguieron con la ampliación del templo. En 1951 se inauguró la nueva sacristía, se ensancharon las tres naves y se realizó un nuevo presbiterio, incorporándose una balaustrada. En el baptisterio se colocaron zócalos de mármol travertino. En 1955 se sumó una nueva campana.

En 1939 se elevaron las torres y se agregó el reloj a la izquierda. 

Reformas conciliares en el ocaso del siglo XX

Entre 1962 y 1965 tuvo lugar el Concilio Vaticano II. Uno de sus ejes implicó priorizar la centralidad de Cristo en la liturgia. En Leones, gran parte de esas reformas se materializaron en el templo a fines del siglo pasado.

El padre Carlos Fugante efectuó cambios polémicos: en el presbiterio, se quitó la balaustrada, se elevó el piso y se colocó la pila bautismal de mármol rosa, donada en 1910. Además, en una nave lateral se construyó la Capilla del Santísimo Sacramento, colocándose la histórica puerta artística forjada en hierro que antes estaba en el baptisterio.

La imagen de la Virgen del Rosario fue desplazada a una nave lateral, creándose el Oratorio de Nuestra Señora del Rosario. En su lugar, se colocó una enorme cruz con Jesús crucificado, confeccionada por un ebanista chileno y donada por Rodolfo Pelizzari.

El altar de mármol de carrara de la Virgen de la Guardia fue dividido en dos partes: el retablo se empleó en la Capilla del Santísimo Sacramento y la mesa se reubicó en el altar mayor.

Todos estos cambios postconciliares tuvieron lugar hacia fines de los años ´80, en el marco de las Bodas de Diamante de la parroquia.

Presbiterio antes de los cambios conciliares. 

Presbiterio con modificaciones realizadas a fines de los ´80. 

Cambia, todo cambia

Con la llegada del presbítero Osvaldo William Bianco -el padre “Willy”- quedaron sin efecto los cambios emprendidos por el padre Fugante. La imagen de la Virgen volvió al altar mayor, empleándose un retablo que se usaba para el Sagrado Corazón de Jesús.

La enorme cruz se reubicó en la nave lateral de la izquierda. La Capilla del Santísimo Sacramento se readaptó como Capilla del Sagrado Corazón de Jesús. Por entonces, también se colocaron nuevos pisos y revoques.

Estas modificaciones emprendidas hacia 1995 acompañaron la conmemoración del centenario de la bendición del templo parroquial y aún permanecen vigentes.

Nuevo retablo de la Virgen y Capilla del Sagrado Corazón de Jesús. 

Suena la alarma ¿el templo se derrumba?

En 1994, el ascenso de las napas freáticas en la región puso en peligro la estructura. El templo, se hundía. Para reforzar sus cimientos, se colocaron 117 micropilotes en dos etapas. La refundación costó cerca de 47 mil dólares.

Colores santos

La capilla surgió con ladrillos a la vista y durante los cambios de 1918-1919, el templo parroquial quedó revocado. En la década de 1980, durante los años de José Anselmo Luque -el padre “Pepe”- el templo fue pintado de blanco.

A fines de la década de 1990, en el marco de las celebraciones por el centenario, el edificio religioso adoptó los tonos ocres y marrones, tal como luce en la actualidad.

Tras un siglo, el templo parroquial ubicado en Rivadavia al 1086 sigue identificando el paisaje junto a la plaza 25 de Mayo.

El edificio cuenta con una planta rectangular de 20 metros de ancho y 40 metros de largo, distribuida en una nave central con bóveda, dos naves laterales con bóvedas de arista, capillas y sacristía de cubierta plana.

Fuentes, notas y referencias bibliográficas

(1) Toda la información de este artículo está basada en la investigación publicada en Ghione de Fauro, Marta; Mollar, Margarita y Moroni de Bastino, Norma (2006). Nuestra Parroquia: estudio socio-antropológico sobre la Parroquia “Nuestra Señora del Rosario” de Leones, pp. 58-126. Córdoba: Offset Nis de Talleres Gráficos La Moneda.

Fotografías históricas: colección Margarita Mollar.

Fotografías actuales: Paola Simonini (MuHLI).

Guión y producción del video: Cristian Celis (MuHLI).

Agradecimientos: Margarita Mollar

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